"¡Es perfecto, sienta bien!" Me llamó una chica amable, Nao, que acababa de ser dejada y estaba borracha. Cuando me enteré de que no podía volver a casa porque había perdido la cartera, me dio pena y decidí llevarla a mi casa. Sin segundas intenciones. Pero entonces, nuestras miradas se cruzaron, nuestras lenguas se entrelazaron, ¡y el beso de "gracias" se volvió cada vez más extremo...! Yo sólo me burlé un poco de ella, pero sus pezones rosados se pusieron duros. Cuanto más me burlaba de ella, más se tensaban. "La forma en que tocas es demasiado atrevida..." No podía soportar la tentación de una chica que se había escapado de casa. Antes de darme cuenta, ya se la había metido...